Tarde de blogs II

Mas bien debería decir noche, pero bueno por seguir el juego con el post anterior.

Esta vez os hablo de tres blogs recién descubiertos que me han parecido muy interesantes, espero que a vosotros también os gusten (y no, esta vez no son de rol).

blog170 El pixel ilustre 2.0, lo llevan tres tipos que hablan de videojuegos viejos, videoconsolas (también viejas) y hacen unas reseñas muy atípicas sobre lo que les da la gana según les parece [1][2]. Se especializan en juegos raros, desconocidos u olvidados, y tienen una pluma muy amena y bastante ácida (no tienen pelos en la lengua). Casi sin duda son "exiliados" de meristation que decidieron montarse un blog por su cuenta, y no lo hacen nada mal. Si te gustan los juegos viejos este sitio te va a entretener durante horas.

blog171 Six Revisions es un blog en inglés que tiene unos contenidos muy interesantes sobre el mundo del diseño en general y sobre el web en particular, vi un par de artículos al vuelo y me gustaron mucho, el blog derrocha calidad por los cuatro costados. Leí un algunos artículos [1][2][3] que me dejaron con ganas de leer más (y ya sabréis lo vago que soy para leer en inglés).

blog182 Por último... CSS Tricks es un blog donde un experto del tema nos cuenta cosas sobre esta poderosa herramienta web. El blog esta en ingles y el tipo a veces habla de cosas que no entiendo, pero los codigos que tiene en su sección de trucos son increibles. De este blog saqué los cambios que realicé en el blog esta semana, y solo vi unos cuantos [1][2]. Página muy recomendable si os interesa el tema.

Cambios menores en el aspecto del Blog

blog139 Estoy aprovechando las nuevas capacidades del CSS, y usándolas para, lo que creo, mejorará la legibilidad y el aspecto del blog. Notaréis algunos cambios por aquí, aunque la plantilla sigue siendo la misma en el fondo.

Está todo en plan experimental, me gustaría recibir comentarios sobre si os gustan los cambios o si por el contrario os producen algún problema (no estoy seguro sobre si las nuevas funcionalidades implementadas en el firefox son muy estándar y/o estables).

Es divertido ser malo

blog179Tradicionalmente jugamos con grupos buenos, en D&D en particular y en cualquier otro juego en general, porque "es lo correcto" y porque jugar con malos se asocia a que los grupos van a tener poca o nula cohesión interna, o dicho más coloquialmente... "los jugadores se van a matar unos a otros".

Y bueno, si lo piensas bien no tiene porque ser así. Un grupo de jugadores malvados puede tener motivos para estar unos junto a otros, o simplemente, la maldad no implica ser totalmente malvado e ir pasando a cuchillo a todo el que se te acerque: Hasta el mayor hijo de perra de todos los tiempos (poned aqui a Hitler, Pinochet, Bush o Gargamel) tiene sus asociados y seguidores con los que mantiene una relación que, si bien tal vez no sea amistosa, es ciertamente no hostil.

¿Grupos mixtos o grupos de malvados?

Un chico bueno que le guste rescatar princesas no va a encajar en un grupo de desalmados, lo mismo que un tipo malvado no encajaría en un grupo de boy-scouts. Por tanto asumiremos que todos los personajes tienen su toque de negrura y maldad para que tengan entre ellos al menos algo parecido al "honor entre ladrones". ¿Es eso totalmente necesario? No exactamente, se podrían formar grupos mixtos, pero si todo el grupo cojea del mismo palo será más fácil el mantenerlos unidos.

Un poco de hostilidad dentro del grupo es buena, potencia el rol y la interacción de los integrantes del grupo (algo así como lo mal que se llevan los enanos y los elfos), pero hay que evitar que dicha hostilidad sobrepase un nivel en que los personajes lleguen a las manos (o las espadas).

Métodos para evitar hostilidades internas

En los grupos buenos, lo que los une es la camaradería, la confianza mutua y el buenrollismo en general, en los grupos malos puede existir algo parecido, aunque... Ciertamente, un grupo malvado va a necesitar un motivo más sólido para unirse y mantenerse unido que el tan manido "nos conocimos todos en una taberna". Precisamente esto es lo que hace que las tramas con personajes malvados sean interesantes: necesitan ser coherentes para no caer por su propio peso.

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Hay una ventaja para el máster que juega con un grupo malvado que no tiene cuando los personajes son buenos: Ellos pueden aplicar la ley del más fuerte, pero el máster también... Y nadie es más fuerte que el máster y una buena historia. Hay que intentar sin embargo no oprimir demasiado (o más bien justificar la opresión) para que la diversión del juego no se resienta.

Algunos buenos motivos por el que un grupo de malvados decidan seguir juntos y no apuñalarse entre ellos:

Leadtad al líder (señor oscuro)

Es el más usado en ficción siempre que aparece un grupo de seres despreciables que actúan conjuntamente. Todos los personajes están subordinados a un ser superior a ellos que los tiene esclavizados, comprados o sometidos de alguna forma. La desobediencia, la traición, es equivalente a la muerte (o al menos a un castigo ejemplar), así que no hay mejor motivo para mantener los cuchillos apuntando hacia afuera del grupo y no hacia dentro.

El líder no tiene porque llegar a ser un Sauron o un Darth Vader. La guardia de una ciudad cuyos gobernantes son malvados encaja también en este tipo. Una unidad mercenaria malvada, comandado por un líder poderoso que todos siguen y temen por igual, es también otro buen ejemplo.

En definitiva, es pertenecer a un grupo regido por un tirano que es peor que todos los personajes juntos y que puede destruir o perjudicar mucho a cualquiera que le de motivos (y matar a tus propios compañeros es bastante buen motivo, si no tienes una causa justificable).

Leadtad a una causa

Es algo muy relacionado con lo anterior, aunque no es exactamente lo mismo: Digamos que todos los oficiales de la Gestapo eran malvados hasta la médula (algo discutible, pero nos sirve de ejemplo). Todos están unidos por el sentimiento de leadtad a su causa, la superioridad aria y toda esa mierda. ¿Sienten fidelidad a su lider? Si, una fidelidad ferviente, pero no por el poder propio de dicho líder, sino por el símbolo que representa. Todos eran fanáticos de su propia visión del mundo, y su líder el más fanático de todos.

blog181 Este principio llevado a fantasía puede ser un grupo de seres pertenecientes a un culto malvado, donde se enfoca el instinto asesino de sus integrantes hacia la gente de fuera del grupo y se castigan las desavenencias internas. Fuera del fanatismo religioso, tenemos otras clases de fanatismo, como el fanatismo político o ideológico (como un grupo terrorista que conspira para derrocar al gobierno).

Extranjeros en tierra extraña (o todos contra el mundo)

Estar inmersos en otra nación o cultura distinta a la que tienen los personajes es un buen motivo para mantenerlos unidos: Un circo ambulante de maleantes que vaga por los dominios de una nación que se les antoja extraña, o un grupo de inmigrantes judios o musulmanes en tierra infiel.

La sensación de que el resto del mundo es hostil puede ser aún mayor: Un grupo de soldados de asalto imperiales (star wars) perdidos en los bosques de la luna de Endor pueden ser individualmente muy malos, pero todos se sentirán unidos unos a otros, lo mismo que un grupo de orcos perdidos en medio de los dominios drow.

Dependencia mutua (o la fuerza del número)

Mi motivo preferido para mantener a un grupo unido. Se necesitan unos a otros, simplemente. Si vas por tu cuenta o quedas aislado del grupo, no tendrás muchas posibilidades de seguir vivo. Un grupo de salteadores de caminos perseguidos por los soldados del Rey tienen que mantenerse unidos a la fuerza. Un salteador solitario en medio del monte no puede asaltar él solo al viajero medio (y armado) sin tener que jugarse la vida en cada intento, y será presa fácil de las patrullas que representan la Ley.

El mismo motivo se aplica a un ogro feo y estúpido que tiene que llevarse bien con la tribu de orcos que lo alimenta, a cambio de tenerlo como ariete en sus incursiones o protegiendo su guarida. El ogro necesita más de los orcos que los orcos de él.

llevar una partida de personajes malvados no es lo mismo que lidiar con una mesa de jugadores malvados

Lazos de raza, clan o familia

Todos los integrantes del grupo son de la misma raza o clan. Un grupo puede que se mantenga unido simplemente porque todos son orcos del mismo clan, o drows de la misma facción. Los lazos de pertenencia a algo serán superiores a las rivalidades individuales.

Un paso más allá es suponer que todos los integrantes son de la misma familia: El caso de la típica familia psicópata de montañeses aislados en su montaña, que son la peor escoria imaginable, pero que se mantienen unidos porque al fin y al cabo, son una familia.

Como se puede ver, los motivos se pueden entremezclar y reforzar unos con otros, y casi siempre estarán interrelacionados: Los fanáticos a una causa pueden depender de su número para no ser erradicados por enemigos externos. Un clan de vampiros (guiño, guiño) vivir inmersos en la hostil sociedad humana. O una familia de psicopatas tener un líder (el cabeza de familia) que los encerrará una semana en el cuarto oscuro si se pelean entre ellos.

Personajes y monstruos

Llevar un grupo malvado no implica automáticamente que estos deban ser drows u orcos: recuerda que los humanos podemos ser tan malvados como cualquier monstruo, y que un enano o elfo malvado, un grupo entero de aventureros malvados, es mucho más jugable e interesante que un grupo de monstruos en medio del páramo.

Llegar a un pueblo y ser contratados como vulgares aventureros, para descubrir que los "nobles aventureros" deciden quedarse con todo lo que el alcalde les mandó recuperar, es darle un giro interesante a la típica aventura.

Tonos de gris (o no todos los malos son igual de malos)

Hay un problema con los personajes malos... y es que la ficción nos tiene acostumbrados a que los buenos sean totalmente blancos y los malos totalmente negros... Un personaje bueno pondrá su vida en peligro sin dudar por unos desconocidos, y uno malo asesinará mujeres y niños e ira quemando aldeas por puro pasatiempo... ¿Realmente la gente de verdad es tan blanca o tan negra? Todos somos un poco grises, unos mas grises que otros.

blog178¿Cómo llevamos esto a la mesa? ¿Como evitar caer en la barbarie cuando la barrera moral del alineamiento supuestamente no existe, o incluso potencia este tipo de comportamiento?

Primeramente son los propios jugadores los que tienen que tomar conciencia de que tan malos son sus personajes, imponerse sus propios límites y moralidad. Un grupo que va arrasando todos los pueblos que encuentra y matando a todos los Pnj's que les ofrezcan un potencial servicio es inmanejable. Nadie les ofrecerá alojamiento o misiones, y lo único que van a conseguir es que alguien les pare los pies en alguna parte. Igualmente un grupo que de malos solo lo son de nombre (cumplen siempre sus tratos, respetan la ley, no buscan nunca problemas) es lo mismo que jugar con un grupo bueno.

Hay que buscar un equilibrio entre lo políticamente correcto y la barbarie, o lo que es lo mismo, entre la diversión y el que la campaña se autodestruya. Por eso mismo, parece ser que jugar con un grupo de malos no es para grupos novatos... más bien un desafío para jugadores que ya están aburridos de ser nobles y defender la justicia.

Mal contra el mal

La lucha del "mal contra el mal", es otra faceta interesante de llevar un grupo malvado.

Personajes malos enfrentados a monstruos, o a otro grupo igual o más malvado aun que ellos, hará ver el mundo de juego como algo sombrío y oscuro, donde no siempre hay fuerzas del bien para enfrentarse al mal.

Los pobres y desvalidos van a tener que elegir entre ser masacrados por los orcos o ser defendidos, y luego saqueados, por los personajes.

Jugadores con vocación de psicópata

Jugar con personajes malvados puede dar alas a los jugadores que tienen un pequeño psicópata dentro y ven en la partida la ocasión perfecta para liberarlo.

Todos podemos tener en nuestra mesa algún jugador que disfrutará masacrando niños e incendiando aldeas. Primeramente no deberíamos jugar con gente así, pero si tenemos uno en la mesa y no hay más remedio que aguantarlo, hay que controlarlo a conciencia y hacerle entender que no puede confundir libertad con libertinaje.

Si todo tu grupo es así (que puede ser), tal vez no sea buena idea jugar con un grupo malvado. El experimento puede ser interesante durante unas sesiones, pero una campaña no puede llegar muy lejos si los jugadores actúan como unos psicópatas constantemente.

El mejor método que se me ocurre con este tipo de jugadores es dejarlos hacer, que liberen sus instintos asesinos y disfruten. Tal vez luego afronten las consecuencias (alguien pone precio a sus cabezas y un grupo de cazarrecompensas persigue a todo el grupo), o tal vez, simplemente, retires el "manto de protección" que los másters tenemos sobre los buenos jugadores, y no perderás el sueño cuando los dados decidan que el que a hierro vive, a hierro muere.

blog180 Es posible que tras perder un par de personajes por hacer lo que les de la gana por el mundo de juego, se sientan satisfechos y vuelvan a un estilo de juego más normal... O tal vez no, hay gente incorregible.

De todas formas, no hay que "luchar" contra los jugadores. Las rivalidades master/jugador o jugador/jugador pueden saltar muy fácilmente del mundo de juego a la mesa, y al fin y al cabo lo que queremos es divertirnos, no enemistarnos con nuestros compañeros de mesa. Hay que pensar en la diversión como principal objetivo siempre, y si la diversión de un jugador se impone por encima de la del resto de la mesa, es mejor hablarlo con él personalmente (o con el resto del grupo presente) y tratarlo fuera de la mesa.

Recuerda siempre que llevar una partida de personajes malvados no es lo mismo que lidiar con una mesa de jugadores malvados.

Nos vemos en el próximo artículo.

Casa Tomada (Julio Cortázar)

blog166 Este texto es un cuento de Julio Cortázar, escritor argentino con un estilo muy peculiar. Cortázar te lleva de la escena mas cotidiana a lo fantástico o lo absurdo en solo una frase. Leer a Cortázar es entrar en un mundo que es a la vez el nuestro y no lo es, como vivir al borde de esta dimensión y saltar a otra cuando menos lo esperas. Sirva este cuento como muestra de su (poco conocido) arte por esta parte del mundo.
Para los españoles, un par de aclaraciones: "Living" es salón comedor (habitación principal de la casa), "cancel" es cancela, una reja (creo).

Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la mas ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.

Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las ultimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos al mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y como nos bastábamos para mantenerla limpia. A veces llegábamos a creer que era ella la que no nos dejo casarnos. Irene rechazo dos pretendientes sin mayor motivo, a mi se me murió María Esther antes que llegáramos a comprometernos. Entramos en los cuarenta años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealogía asentada por nuestros bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de que fuese demasiado tarde.

Irene era una chica nacida para no molestar a nadie. Aparte de su actividad matinal se pasaba el resto del día tejiendo en el sofá de su dormitorio. No se porque tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen cuando han encontrado en esa labor el gran pretexto para no hacer nada. Irene no era así, tejía cosas siempre necesarias, tricotas para el invierno, medias para mi, mañanitas y chalecos para ella. A veces tejía un chaleco y después lo destejía en un momento porque algo no le agradaba; era gracioso ver en la canastilla el montón de lana encrespada resistiéndose a perder su forma de algunas horas. Los sábados iba yo al centro a comprarle lana; Irene tenía fe en mi gusto, se complacía con los colores y nunca tuve que devolver madejas. Yo aprovechaba esas salidas para dar una vuelta por las librerías y preguntar vanamente si había novedades en literatura francesa. Desde 1939 no llegaba nada valioso a la Argentina.

Solamente un pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera

Pero es de la casa que me interesa hablar, de la casa y de Irene, porque yo no tengo importancia. Me pregunto qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer un libro, pero cuando un pullover está terminado no se puede repetirlo sin escándalo. Un día encontré el cajón de abajo de la cómoda de alcanfor lleno de pañoletas blancas, verdes, lila. Estaban con naftalina, apiladas como en una mercería; no tuve valor para preguntarle a Irene que pensaba hacer con ellas. No necesitábamos ganarnos la vida, todos los meses llegaba plata de los campos y el dinero aumentaba. Pero a Irene solamente la entretenía el tejido, mostraba una destreza maravillosa y a mi se me iban las horas viéndole las manos como erizos plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en el suelo donde se agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso.

Cómo no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte mas retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había un baño, la cocina, nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban los dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán con mayólica, y la puerta cancel daba al living. De manera que uno entraba por el zaguán, abría la cancel y pasaba al living; tenía a los lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que conducía a la parte mas retirada; avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta de roble y mas allá empezaba el otro lado de la casa, o bien se podía girar a la izquierda justamente antes de la puerta y seguir por un pasillo mas estrecho que llevaba a la cocina y el baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la casa era muy grande; si no, daba la impresión de un departamento de los que se edifican ahora, apenas para moverse; Irene y yo vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza, pues es increíble como se junta tierra en los muebles. Buenos Aires será una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los mármoles de las consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo sacarlo bien con plumero, vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de nuevo en los muebles y los pianos.

blog167 Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El sonido venia impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tire contra la pared antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad.

Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:

--Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado parte del fondo.

Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.

--¿Estás seguro?

Asentí.

--Entonces --dijo recogiendo las agujas- tendremos que vivir en este lado.

Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardó un rato en reanudar su labor. Me acuerdo que me tejía un chaleco gris; a mi me gustaba ese chaleco. Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la parte tomada muchas cosas que queríamos. Mis libros de literatura francesa, por ejemplo, estaban todos en la biblioteca. Irene pensó en una botella de Hesperidina de muchos años. Con frecuencia (pero esto solamente sucedió los primeros días) cerrábamos algún cajón de las cómodas y nos mirábamos con tristeza.

--No está aquí.

Y era una cosa mas de todo lo que habíamos perdido al otro lado de la casa.

Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se simplificó tanto que aun levantándose tardísimo, a las nueve y media por ejemplo, no daban las once y ya estábamos de brazos cruzados. Irene se acostumbró a ir conmigo a la cocina y ayudarme a preparar el almuerzo. Lo pensamos bien, y se decidió esto: mientras yo preparaba el almuerza, Irene cocinaría platos para comer fríos de noche. Nos alegramos porque siempre resultaba molesto tener que abandonar los dormitorios al atardecer y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa en el dormitorio de Irene y las fuentes de comida fiambre.

escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El sonido venia impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra

Irene estaba contenta porque le quedaba mas tiempo para tejer. Yo andaba un poco perdido a causa de los libros, pero por no afligir a mi hermana me puse a revisar la colección de estampillas de papá, y eso me sirvió para matar el tiempo. Nos divertíamos mucho, cada uno en sus cosas, casi siempre reunidos en el dormitorio de Irene que era más cómodo. A veces Irene decía:

--Fíjate este punto que se me ha ocurrido. ¿No da un dibujo de trébol?

Un rato después era yo el que le ponía ante los ojos un cuadradito de papel para que viese el mérito de algún sello de Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar.

(Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba en seguida. Nunca pude habituarme a esa voz de estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de la garganta. Irene decía que mis sueños consistían en grandes sacudones que a veces hacían caer el cobertor. Nuestros dormitorios tenían el living de por medio, pero de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos respirar, toser, presentíamos el ademán que conduce a la llave del velador, los mutuos y frecuentes insomnios.

Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico. La puerta de roble, creo haberlo dicho, era maciza. En la cocina y el baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos a hablar en vos mas alta o Irene cantaba canciones de cuna. En una cocina hay demasiados ruidos de loza y vidrios para que otros sonidos irrumpan en ella. Muy pocas veces permitíamos allí el silencio, pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living, entonces la casa se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos despacio para no molestarnos. Yo creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a soñar en alta voz, me desvelaba en seguida.)

blog168 Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes de acostarnos le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí ruido en la cocina; tal vez en la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamo la atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el pasillo mismo donde empezaba el codo casi al lado nuestro.

No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían mas fuerte pero siempre sordos, a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada.

--Han tomado esta parte --dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras iban hasta la cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.

--¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? -le pregunté inútilmente.

--No, nada.

Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya era tarde ahora.

Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.

"Bestiario" - Julio Cortázar