Hay algunos malos vicios que todos los másters tenemos, aunque sea solo uno de ellos. Y lo peor es que ni nos damos cuenta.
Os enumero los que considero más comunes. Tal vez os sorprenda comprobar que efectivamente tenéis alguno.
Querer decidirlo siempre todo, incluso fuera de partida
Este es el más frecuente. La posición dominante que tenemos sobre nuestros jugadores se nos hace cómoda, y nos acostumbramos a ella. Luego pasa que el resto del grupo decide una cosa referente a las condiciones de juego y nos oponemos tajantemente a ello. Creemos que hay que hacerlo a nuestro modo, o a ninguno.
Esto pasa sobre todo por dónde, cuándo y a qué jugar. Algunos sólo aceptaran jugar en su casa (aunque no sean ellos los que dirigen), otros solo hacerlo en determinado día de la semana (cuando al resto les viene mal), otros solo jugarán a tal juego, o de ninguna forma jugarán a tal otro, por manías personales.
Me confieso haber pecado de este defecto en muchas ocasiones: Solo juego si yo soy el que dirige, o solo los días entre semana (porque es en el fin de semana cuando menos tiempo tengo), o de ninguna manera jugar a Vampiro. Con los años he ido cediendo y haciéndome más flexible, pero aún así todavía soy problemático con eso de que el resto del grupo decida por mí las condiciones de partida.
Ser muy malos jugadores al otro lado de la pantalla
Otro defecto muy común. El que siempre es máster no sabe jugar como jugador, es un hecho. Como jugadores o bien pasamos de todo y nos dedicamos a boicotear la partida (consciente o insconcientemente), o bien nos adueñamos de la situación, de toda la toma de decisiones. Incluso podemos llegar a adueñarnos de la autoridad narrativa de la trama, determinando que va a pasar a continuación, en lugar de dejar que el máster lo decida (me ha llegado a pasar alguna vez).
Como jugador soy muy mal jugador, lo admito. Me han despachado de más de un grupo de juego. Grupos que admiten mi buen hacer como máster, pero cuando me toca ser solo uno más, es difícil que no termine por ser más un problema que otra cosa.
Lo peor es cuando te das cuenta que llevas 30 minutos hablando tu solo, o dialogando con el máster, y el resto de tus compañeros de mesa te miran con cara de aburridos.
Para evitar esto suelo jugar sin implicarme demasiado en el juego, dando mucho menos de lo que puedo dar. No puedo evitarlo, pero estoy tan acostumbrado a tenerlo todo atado y reatado, a llevar la cuenta de las acciones de todo el mundo, que cuando solo tengo que dirigir mi personaje, me aburro. Siento que estoy perdiéndome casi toda la diversión de lo que para mí es jugar al rol. Reviso la trama, le doy vueltas, invento finales y otros principios alternativos... vamos, lo que se dice un dolor de cabeza para el resto de la mesa.
Soltar unos rollos impresionantes antes de la primera partida
Este defecto por fortuna no lo tengo (siempre he tratado de evitarlo), pero lo he vivido en más de una ocasión. Te toca jugar con alguien que apenas conoces, y el tipo empieza a contarte la historia de su mundo, las razas, los países, las armas que tienes disponibles... He llegado a tener que aguantar a un tío diciéndome durante dos horas seguidas los detalles de su mundo de juego, para luego jugar media hora o menos (eso si llegábamos a jugar).
Suelo llamar a estos másters muy apropiadamente másters coñazo. No buscan jugadores, buscan gente que les alabe por haberse inventado mundos tan trabajados y con tanto detalle. Personalmente aborrezco jugar con estas personas. Si quieres contarme como es el mundo de juego, dame unas fotocopias, o mandame un pdf con el rollo unos días antes de partida, pero no me des la brasa justo al empezar la primera sesión, porque solo estás pidiendo a gritos que no aparezca a la segunda.
Si tenéis este defecto, mi recomendación es que escribáis pdf's, manuales enteros si queréis, o un blog con todo el rollo, pero no torturéis a los jugadores en plena sesión. Ellos quieren vivir el mundo de juego desde dentro de sus personajes, no que se los refriegues por la cara sin poder interactuar con él.
Ser excesivamente dirigistas
¿Qué máster no ha pecado de esto alguna vez? Tienes tu aventura, tienes tu guión perfecto. Esperas por supuesto que los jugadores lo sigan punto por punto, desde el principio hasta el final, ya que en tu cabeza es la única forma de desarrollar la aventura. ¿Improvisar? ¡Por favor! Has preparado cada detalle, cada encuentro, cada guión tan meticulosamente. Si los jugadores intentan salirse del guión no lo vas a permitir, aunque tengas que cerrar el libro e irte a casa.
Es lo segundo que aprendí en este oficio (lo primero es no dejar que los jugadores tiren los dados al otro extremo de la mesa)... No puedes hacer una aventura detallada al 100% en cada cosa, en cada minucia, eso es todo trabajo desperdiciado. Los jugadores necesitan libertad de movimiento. No los dejes sueltos para hacer lo que quieran, pero tampoco los tengas cogidos del cuello como si fueran muñecos. He conocido más de un máster así... Sus partidas suelen ser increibles, cojonudas, pero aburridas en el fondo, siempre sabes hacia donde tienes que ir y que debes hacer.
Este tipo de partidas te dan la impresión de estar en una aventura gráfica de ordenador, o peor, leyendo una novela. Cualquier cosa que no esté pensada por el máster no pasa, o no se puede hacer. Y lo peor ya digo, es que el máster considera que eso es calidad de juego, y que preparar menos la partida e improvisar, o dejar que los jugadores planeen por sí mismos, es cosa de malos másters.
Diseñar campañas a años vista sin tener jugadores fijos
Y por último, está el máster que equipara jugar al rol con montar una megacampaña. Y no es lo mismo señores... Tienes un grupo nuevo (o decides reunir al viejo grupo de siempre), y en lugar de pensar en una partidita con la que echar el rato, empiezas a diseñar un mundo entero, los reinos, el trasfondo de cada personaje, una introducción para cada uno, haces pnjs para sus escuderos o sus esposas, les dibujas el plano de la ciudad principal donde viven...
Esto se puede decir que es otra forma de ver el mismo problema de siempre. Luego se juega la primera sesión, a la que faltan dos jugadores. A la segunda sesión el personaje principal líder del grupo, el que lleva todo el peso de la campaña, deja de jugar por motivos inexplicables. Para la tercera sesión (si se llega a la tercera) se decide no jugar más.
La mayoría de los grupos de hoy día solo juegan ocasionalmente (sobre todo los de más edad). No es malo querer jugar con profundidad, pero hay que ajustarse a la realidad y pensar que si tu grupo de juego lo que tiene para jugar es un par de ocasiones cada tres meses, no van a poder jugar ese tipo de campaña que tu te ilusionas o te empeñas por montar.
¿Tenéis vosotros alguno de estos defectos u otros por el estilo?
Os veo en otro rato.